Contemplar al amanecer cómo cabalga el día por los montes, bosques, la playa y la mar es un espectáculo asombroso que nadie lo iguala, ni pintores ni la inteligencia intelectual, porque no está en la mano de nadie, salvo del amanecer que pinta lunas, soles y estrellas inauditas. Los pájaros, las aves rapaces, los grillos, los perros y los gatos barruntan un día manso y nítido; y se les nota. Los humanos no barruntamos nada porque nuestras mentiras nos han inmunizado a la belleza. Los humanos, donde hay progreso, bonanza y luz barruntamos tormenta con granizo, truenos y relámpagos y si no vienen nos los inventamos. La noche es negra muy negra, el negro drumi que drumi el blanco vela que vela. Con el día, la cosa cambia, esperemos que el granizo no nos estropee más la cosecha, la cosecha de la paz.