Hace unas semanas, tuve la oportunidad de asistir a la proyección de un documental y posterior coloquio sobre la figura, bastante olvidada, de la dramaturga pionera del feminismo María Lejárraga. A su vez, también pude contemplar y admirar una exposición de mujeres sufragistas. Entre ellas, la escritora y filosofa Simone de Beauvoir. Desconocía yo el papel que jugó la filosofa en el tribunal internacional de delitos contra la mujer en Bruselas (tribunal que duró muy poquito, apenas 2 días), que sirvió para denunciar los crímenes y la violencia contra las mujeres. En aquel discurso de apertura, Beauvoir afirmó: Vosotras os habéis reunido aquí para denunciar la opresión a las que estáis sometidas las mujeres en esta sociedad. Esto aconteció en el año 1976. Desde entonces, algo hemos avanzado en lo tocante a nuestros derechos como mujeres y contra la violencia de género, aunque existen todavía regímenes y países que siguen sin reconocerlo. Los avances, como digo, van siendo cada vez más efectivos. Se ha legislado al respecto, pero sigue habiendo comportamientos patriarcales y machistas. Nuestros representantes públicos deben ser muy cuidadosos a la hora de redactar esas leyes, para que no haya lugar a equivocaciones, con el fin de proteger a las víctimas. No estaría de más sugerir a quien corresponda, la creación permanente de un tribunal similar y con las suficientes competencias, para dirimir y juzgar los crímenes y violencias contra las mujeres, con una solvencia y respaldo, de toda la comunidad internacional. Cuando mañana, 25-N, salgamos a la calle y nos reivindiquemos una vez más, nos acordaremos de todas esas víctimas, de todos esos crímenes y sobrarán las bocas pequeñas de aquellos y aquellas que nos niegan. Reflexionemos, pues, sobre todo esto y no consintamos ni una violencia más.