He estado pensando en escribir sobre el 25N, sobre el Banco de Alimentos, sobre aquellos que destrozan los sistemas educativos o no valoran los esfuerzos por hacerse con una plaza en un sistema público y democrático... y si así lo hubiera hecho, no podría haberme equivocado más: mi grado de aportación novedosa hubiera sido nulo. Así que diré que todo empezó con una visita protocolaria, esas de las que no sabemos muy bien por qué se está ahí, pero Carmina, pasó a tener nombre, recuerdo y respeto. Una religiosa, con sonrisa perenne, y toda su vida al lado de los hambrientos, de las mujeres maltratadas, gestionando casas de acogida de niños de etnias diversas donde la formación era sagrada, esfuerzo, siempre esfuerzo. Hoy en día con sus 90 a cuestas, se ha ganado junto a sus compañeras un buen descanso, después de tantos años alimentando y protegiendo. Carmina se ha hecho mayor, pero no ha cambiado. Forma parte de esos héroes anónimos que nos acompañan sin saberlo, mientras otros, de aparentes buenas hechuras de comportamiento y nivel, nos hacen perder el tiempo. Los días conmemorativos, muchas veces olvidan largos caminos, los héroes anónimos intentan hacernos mejores.