Estoy muy ilusionado, como maestro, con esta nueva vuelta a la escuela donde el hándicap del virus nos abre muchos frentes. Un alumnado desorientado tras meses de dificultades. Familias, diversas en su incertidumbre, a las que hay que dar respuesta. Lo ideal es la organización en burbujas para mejorar el aislamiento, dicen algunos. Burbujas tan frágiles como una pompa y sistema tan enrevesado para organizar. Ante todo ello veo una dirección de escuela desamparada y con una responsabilidad inasumible. Aunque todo el gremio les apoye, que lo hacemos.Estoy muy ilusionado decía, a pesar de que esta pandemia ha dejado entrever, como sombras entre luces, otra vez la tendencia al egoísmo del ser humano. El individualismo y la falta de conciencia. Y en eso, en esa resiliencia empática, tenemos mucho que trabajar mediante la educación. Educación familiar y pública, en la que estamos procurando, que una vez seguros, no olvidamos aquello que profetizábamos: “Seremos mejores personas”.