La Organización Mundial de la Salud ha alertado de una informademia en torno a la infección por coronavirus. Así pues, ha anunciado una campaña para combatir la desinformación que principalmente se da en el terreno virtual. Existe una abundancia de noticias sobre el tema, pero no todas proceden de fuentes fiables y seguras. Cuestiones sanitarias al margen, es cierto que las redes sociales son el principal foco de propagación del coronavirus a nivel mundial. La vacuna no la conocemos; pero el antídoto para la manipulación es informarse con responsabilidad. No es adecuado creer todo lo que se oye, todo lo que se cuenta y todo lo que se comparte en el terreno virtual. Es aconsejable usar varias fuentes para obtener una información integral. La letalidad del coronavirus se mantendría en un 2,3 por ciento en el momento de declararse la emergencia mundial. Sin ir más lejos, las complicaciones derivadas por la gripe común en España generan al año más muertes; los infartos provocan, asimismo, más fallecimientos. Por no hablar de las bajas con las que nos hemos acostumbrado a vivir a nuestro alrededor producidas por los distintos tipos de cáncer. En un informe de la OMS se decía que cada 39 segundos muere en el mundo un menor por neumonía tratable. El miedo, además de ser libre, es una de las emociones básicas en las personas. Y, por supuesto, que cumple una función eficaz para protegernos de los peligros. Pero cuidado, porque existen miedos propagados deliberadamente en la sociedad para ablandar a las personas, para hacerlas sentir vulnerables y así poderlas controlar mejor. De acuerdo, el coronavirus no es un mito sino una realidad. Pero sus efectos, tal vez, se están sobredimensionando en exceso.