El deseo es la sed del alma. La semilla es el hambre de la tierra y el deseo la flor. El instinto es el deseo y la flor, el beso. Nunca sabremos la esencia, las entrañas del deseo. Esa nebulosa nos puede llevar a lo bueno o a lo menos bueno o a lo malo. Un puñado de sal extendido en el suelo que va a pisar tu enemigo para que vuelva contra él el mal que te desea, es una práctica ancestral que roza la brujería. Entra en la carta de deseos posibles. Como cuando no encuentras algo que quieres febrilmente tener, anudas el pañuelo diciendo en alto: “San Kukufato, los cojones te ato; si no me lo encuentras, no te los desato”. La conquista de la luna, oculta un deseo fatal: encontrar cobijo al hombre, porque la tierra, un día no muy lejano en el calendario del universo, desaparecerá. También es un deseo hermoso morir dignamente. Y así; pero no te olvides: el instinto es el deseo y la flor, el beso. Hay que amar.