El amor no se cura, se da, se hace, se ofrece, se comparte y se disfruta. El obispo de Alcalá no lo sabe. Condena al infierno a quien en un acto inmenso de amor generosidad y compasión acompaña y presta sus manos a quien sufre. La indignidad del dolor de la vida frente a la paz de la muerte mientras Dios una vez más se ausenta. La Iglesia católica, siempre tarde, casi siempre mal. Casado presume: “De España me gusta todo”. A mí no. No me gustan sus obispos, sus generales, su afán uniformizador, sus complejos, su derecha extrema ni su extrema derecha, no me gusta Rouco , ni la cabra de la Legión. Otras muchas cosas sí. Mi amigo Bashiri, a quien quiero y admiro , negro, muy negro y paisa, de Senegal y del Athletic, no quiere ser blanco ni falta que hace; es mejor que yo, me pasa el balón y me soporta los domingos. Gran mérito el suyo entre muchos otros. Mi excompañero de piso está locamente enamorado de su novio. Es muy feliz y yo de verle así también. A Abascal le perturban ambos. A mí me honran con su amistad y me hacen mejor con su ejemplo.