Marzo de 1988. Llevamos casi un mes de huelga, aunque nos parece un año. Los nervios están a flor de piel y se dejan notar. Corrientes invisibles, espontáneas o hábilmente creadas, se cuelan por cualquier intersticio y hacen agujeros en lo que en principio parecía un grupo blindado por la camaradería, pero resistimos?, hay que seguir. Y nuestro empeño, como el de la mayoría de los que luchan por algo justo, da sus frutos: el mediador designado por el G.V. dicta su laudo: “[?]quedan de manifiesto las diferencias sustanciales que existen en las condiciones de salarios y jornada laboral de los trabajadores de la concertada en relación a los de la pública [?]entendemos necesario que [?] la Administración Vasca asegure [?] la homologación al 100% con los funcionarios de la Enseñanza Pública que, en lo retributivo, se extenderá al personal docente y no docente en un plazo no superior a tres años”. Son palabras literales recogidas en nuestro Convenio de 1988 (BOPV nº1988131). Han pasado no 3, ni 5, ni 10, ni 20, ni 25? sino 31 años y aún no lo han cumplido. ¿Quién sembró y regó la semilla de esta huelga?