El Día Internacional del Hombre se populariza cada vez más. Por desgracia ni lo reivindican ni apoyan nuestras instituciones a pesar de los múltiples datos empíricos que demuestran que el dogma feminista que define a los hombres como privilegiados y opresores es una gran falacia que no se sostiene con los datos reales, sino solo mediante la interpretación parcial, distorsionada y manipuladora que interesa a los propagandistas e ideólogos de género. Tampoco recibe el Día del Hombre su necesario impulso por parte de los organismos internacionales. Todo esto demuestra lo marginados y discriminados que estamos los varones dentro del panorama matriarcal y femicéntrico al que nos conduce de forma premeditada el feminismo de género o hembrismo politizado. Pero una parte creciente de la ciudadanía sí considera, celebra dentro de sus posibilidades y apoya la existencia de este día. Y todo en base a la constatación de que las discriminaciones de ambos sexos deben ser reconocidas, divulgadas y paliadas en lo posible si queremos alcanzar una verdadera igualdad.
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