Las mentes más preclaras de nuestra tierra nos sacuden cuando desaparecen y nos dejan una huella imborrable. Hablamos de don José María Setién y don Pedro Arrupe. Ambos dos, vascos por los cuatro costados y hombres de verdad, de honestidad, caridad y sencillez. El primero, sencillo y contestatario pero con la verdad y los libros sagrados por delante; y el segundo, fallecido ya hace unos años, pero sencillo también y con una fina ironía, recalcaba sus pensamientos en lo que había que hacer.

Escasez de palabras para definir a estos hombres que lo han llenado todo de espiritualidad, honestidad, estudio y sintonía con los más necesitados; que su herencia nunca sea olvidada en los cajones o trasteros de la mente humana, sino por el contrario siempre hagamos uso de sus mensajes, de sus palabras y sobre todo de su verdad.

Que el Todopoderoso siga enviándonos personas de la talla de estos dos prohombres que han dejado huella en Euskadi...