Lo lógico es exigir que el islamismo pacífico y democrático de Europa y el mundo (sus dirigentes religiosos y ciudadanos), condene ya el asesinato del sacerdote francés Jaques Hamel. Ese acto representa la clave moral de cualquier confianza interreligiosa y humana. Esto es lo que importa y es más decisivo que cualquier otra palabra política o ética. Por aquí arranca una política justa entre distintos en creencias religiosas, mas no en los principios humanos. Es un mínimo irrenunciable.
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