Es indudable que este es el mejor momento para reformar la Constitución. Viendo cómo ha quedado repartido el quesito electoral y la poca disposición que tienen los partidos de apoyar a Rajoy, es de prever que en España tendremos un Gobierno débil que durará a lo sumo un par de años. Un periodo que debería ser aprovechado por las Cortes para crear leyes consensuadas que ayuden a fortalecer la Carta Magna. De hacerlo, deberán debatir sobre el modelo territorial que se quiere para España, la posible reforma del Senado, la despolitización de la Justicia (qué hacer con el Consejo General del Poder Judicial), la derogación o modificación del artículo 135 y otros temas de interés. El periodo político de barbecho que parece avecinarse no tiene por qué ser de impasse, sino de avance. Los problemas que tenemos han venido por no atender a tiempo estas reformas. Por desidia. No fue por olvido.