Al principio de su papado, parecía que solamente se ceñía al Evangelio, pero resulta que además de ser viajero incansable es comprensivo y humano. No excomulga a los diáconos. Acoge en el Vaticano a inmigrantes. Ahora quiere que los diáconos puedan oficiar o administrar el sacramento del bautismo y el matrimonio. ¡Es genial!