Entendemos corporativismo como el nexo de unión que fusiona a los componentes de un determinado grupo, en función de los roles que se desempeñan o de aquello que los diferencia del resto de la población. Siempre se ha tenido la percepción de que el corporativismo es un círculo que protege a sus miembros. Este tipo de situaciones puede darse en cualquier lugar y circunstancia. Los círculos más discriminatorios son aquellos en los que el ciudadano tiene la percepción clara de estar en situación diferente a nivel jurídico. Un miembro de un pequeño círculo laboral puede estar protegido por el subcírculo sindical, pero de cara a la justicia común, hallándose, por ejemplo, fuera del círculo de aforados, se ve subjetivamente en un marco jurídico diferenciado. El ciudadano común entiende que él y los jueces no están en el mismo grupo. Ciudadano y ley si están en el mismo grupo. Jueces y Ley, desde un ámbito diferente, están en el suyo, pues si algo debe definir a los jueces es la imparcialidad. Políticos y Ley están en el mismo grupo que ciudadano y Ley, pues los políticos son meros representantes de los ciudadanos, y con idéntica responsabilidad deberían obrar. Que en España existan 10.000 aforados y que en el resto de Europa no se den estas características es, como poco, curioso. Es extraño que los miembros aforados se juzguen solo entre sí mismos, siendo los posibles delitos que puedan cometer los mismos que los de cualquier ciudadano. Y es extraño que a los jueces les parezca normal tanto aforamiento.