Al caer el 25 de mayo, todos los políticos se aplican en pedir el voto y nos incluyen en esa petición también a nosotros, los sufridos pensionistas. Sí, a esos que no se recatan en penalizarnos con sus recortes y nos despojan de derechos sociales logrados con la máxima justicia y dignidad. Por si fuera insuficiente lo dicho, nuestro ínclito señor Rajoy se cubre de autocomplacencia y gloria y queda sereno y amable, manifestando que ellos no congelarán las pensiones. ¡Qué rostro! Ya nos dirá este buen señor en que se quedó su promesa ofertada en carta del 3 de enero de 2012 cuando su ministra doña Fátima nos garantizaba que las pensiones de ese año se verían regularizadas conforme con el coste de la vida. Qué fueron de los 3.000 millones de euros que sumaron esa mentira. Eso supone más que una congelación. ¿A qué nevera fueron a parar? Está claro, a la del rescate de los golfos que ocasionaron la larga crisis que llevamos a cuestas. Estoy por ver u oír que algún político haya dedicado esfuerzos en alentar la persecución y castigo, precisamente para escarmiento. Solamente se vanaglorian de que serán líderes en superar este episodio. Con este panorama, no se hace alentador acudir a las urnas, pero pienso que debemos manifestarnos, en ese espacio de democracia, que ya sé que para muchos políticos es el único día que se nos concede. Al siguiente, nos olvidan. Pensionistas: A votar. Sabemos a quien NO.
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