Situación: Varón de raza... (me reservo decirla para no herir susceptibilidades), joven, simpaticote él, practicando la mendicidad (¿no está prohibida?) a la puerta del supermercado de una cadena conocidísima, con un móvil de última generación con el que de vez en cuando habla. Tendrá que cargar la batería, así como pagar la línea, digo yo. Se va con bolsas de víveres, posiblemente regalados y, según fuentes fidedignas, sacándose unos doscientos y pico euros que, monedita a monedita, le cambian allí mismo, no sé si solo los sábados porque, en cómputo semanal, presumiblemente sacará más. Y no creo equivocarme si digo que además recibe una ayuda social.

Conclusión: No os molestéis en buscar trabajo. Haced esto mismo, pero no en la puerta de El Corte Inglés o en las de otros comercios enclavados en lugares céntricos porque no lo permitirán. Autóctonos y vascos de adopción, o sea, residentes de toda la vida, abstenerse.