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Colaboración

Euskadi, un país fértil en empresas familiares

Los comienzos son siempre un reto para todos, y así fue cuando en 2015 los empresarios vascos Javier Ormazabal, Francisco Riberas y Jorge Sendagorta pusieron en marcha la Asociación de la Empresa Familiar de Euskadi, con el objetivo de que la empresa familiar y la familia empresaria de Euskadi tuviera su propia voz y una asociación que les representara. Diez años después, seguimos encontrando retos que requieren de nuestro compromiso y nuestra visión a largo plazo y a los que seguiremos haciendo frente. Ahora, contamos también con la experiencia, la energía y el convencimiento necesarios para seguir apoyando a la empresa familiar y para convertir los retos en oportunidades que nos permitan avanzar con paso firme.

Nuestra misión ha sido, y sigue siendo, poner en valor el trabajo y el esfuerzo del empresario y empresaria, así como su contribución al desarrollo y progreso de este país. En sus inicios, el gran desafío era conciliar los intereses de los socios y posicionarse con voz propia y reconocida en el entramado institucional del país, desafío que el tiempo ha demostrado que hemos sido más que capaces de superar.

Euskadi ha sido siempre un territorio con una gran tradición empresarial, y más en concreto, en empresas familiares. Recordemos algunos datos: en Euskadi las empresas familiares representan el 84.41% de las empresas del territorio; generan el 55.45% del empleo y crean casi el 50% del Valor Añadido Bruto. Estas cifras reflejan una realidad sólida, pero también la importancia de garantizar que este modelo siga siendo competitivo, sostenible y atractivo para las nuevas generaciones.

Porque más allá de lo cuantitativo, la empresa familiar es la columna vertebral de la economía vasca y sus rasgos son un bien a preservar. La empresa familiar posee unos valores que una sociedad como la nuestra, tiene que mantener. Tiene propósito a largo plazo y una clara voluntad de continuar a través de las generaciones siguientes; tienen un compromiso con su entorno y con la sociedad que se traduce en arraigo y cohesión; y están comprometidas con el progreso y con el crecimiento de los territorios donde se asientan.

El impacto de la empresa familiar en la economía vasca es indiscutible por varios motivos. Por una parte, desempeña un papel fundamental en la creación y desarrollo de talento. Este entorno favorece la transmisión de conocimientos, la formación continua y la generación de oportunidades para el crecimiento profesional de las personas que forman parte del proyecto empresarial. Impulsar el talento desde dentro y captar nuevo talento desde fuera se ha convertido en una prioridad estratégica para garantizar la continuidad y la competitividad del modelo.

Por otra, las empresas familiares están profundamente comprometidas con la generación de riqueza y empleo de calidad. Muchas de estas empresas reinvierten en el propio territorio e impulsan cadenas de valor locales mediante la colaboración con proveedores y aliados cercanos. El arraigo de las empresas familiares hace que estas actúen con responsabilidad hacia la comunidad y contribuyen a un desarrollo económico más equilibrado, inclusivo y resiliente.

También hemos aprendido que no solo es importante saber de dónde venimos, también es necesario saber a dónde vamos. Por eso, en noviembre de 2016 pusimos en marcha Kimua, una iniciativa dirigida a las siguientes generaciones de empresarios y empresarias que entienden que el relevo no es simplemente un cambio de nombres, sino un proceso de transmisión de valores, de cultura empresarial y de compromiso con el legado de continuar consolidando un ecosistema favorable para el desarrollo de las empresas familiares.

La consolidación de Aefame no ha sido fruto del azar, sino el resultado de una visión compartida que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos sin perder de vista sus raíces. Cada acción, cada iniciativa y cada colaboración que hemos llevado a cabo han contribuido a construir una entidad que mira hacia el pasado con orgullo, y se proyecta hacia el futuro con ambición, responsabilidad y arraigo y en permanente colaboración con las empresas, las instituciones y la sociedad vasca. Nuestra historia a lo largo de estos diez años nos ha enseñado que el éxito de un proyecto reside en la capacidad de adaptarse y reinventarse sin renunciar a los principios fundacionales. Cada uno de estos años hemos tejido una narrativa de esfuerzo, superación e innovación, en la que el diálogo intergeneracional y la sinergia entre empresas han marcado la pauta.

El reto ahora es continuar trabajando para que la empresa familiar y la familia empresaria esté cada vez más arraigada en Euskadi y que sean reconocidas no solo por su peso económico, sino por los valores que representan: compromiso, responsabilidad, honestidad, visión de futuro y respeto por las personas y el medioambiente.

Al conmemorar este aniversario, es imprescindible reconocer el valor de la empresa familiar no solo como un motor económico, sino como una herencia cultural y social. Es decir, como un legado. Nos queda por tanto el deber de mantener un bien que va más allá de cifras y estadísticas. Se trata de mantener el compromiso de preservar y potenciar un modelo que ha demostrado ser capaz de enfrentar los desafíos de un mundo en constante cambio, sentando las bases para un futuro en el que la tradición, la familia, el arraigo y la innovación se complementen armónicamente.

Consejero delegado de Iparvending y presidente de la Asociación de la Empresa Familiar de Euskadi, AEFAME