Muy desapercibido para cosa buena me parece que ha pasado el llamamiento del jefe de la Conferencia Episcopal la semana pasada, cuando reclamó elecciones anticipadas. No digo que el presidente de los obispos no tenga derecho a opinar -que lo tiene- pero resulta tramposo que se dedique a pontificar sobre lo que no le compete. Oiga, que su reino no es de este mundo. Dispute, si quiere, el campeonato político con las reglas del marqués de Queensberry: arriésguese a encajar guantazos. Pero, si larga los suyos a través de sus medios militantes, ya no puede elevar su moral democrática sobre nadie.
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