Con poca más población que Santurtzi, y más suelo verde que Alemania, o Reino Unido, Groenlandia tiene tal sentimiento de identidad que solo hay partidos soberanistas. La amplia autonomía de la que disfruta no oculta su dependencia del subsidio de Dinamarca, pero aún no ha empezado a explotar sus recursos más allá de la pesquería. Petróleo no hay, pero uranio y tierras raras de esas tan de moda, parece que sí. Y una base estadounidense, también. Pero no les hace falta cogerse al garfio tendido por Trump para ser nación. Lo son, y el primer consenso es rechazar la absorción que les ofrece.
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