Síguenos en redes sociales:

Capitán, mi capitán

Dolor por la ausencia y admiración por la presencia fue lo que quiso expresar Walt Whitman con su célebre poema. “Oh capitán, mi capitán!”, comienza el canto que dedicó a Abraham Lincoln. Igual es pasarse, pero se ha popularizado tanto a costa de perder solemnidad que no me siento culpable por haber pensado en ello cuando escuché el anuncio de retirada de Óscar de Marcos. Como athleticzale, no me subiré a la mesa del despacho para recitarlo, pero sí creo que él sí se ha elevado por encima de lo más prosaico del fútbol para encarnar valores personales y deportivos que merecen ser aplaudidos.