El acuerdo que salva Talgo y recupera para nuestro país su centro de decisión debería inducir a la reflexión a quienes hacen del populismo su zona de confort. No pocas corporaciones y colectivos viven de manejar lugares comunes sobre empresarios y políticos. Simplezas que precipitan normalmente en insultos y descalificaciones.

Este ejemplo de colaboración público-privada ha dado una nueva lección de compromiso y buen hacer que se suma a muchos aciertos similares que nos permitieron evolucionar desde la ruina industrial que recibimos al recuperar el Concierto Económico al país próspero y cohesionado de hoy. Ni en el caso de Talgo, ni en el de Guardian en Laudio hemos visto ni oído a nadie invocar como posibles actores para la solución de estos problemas a los autodenominados defensores del empleo y los trabajadores sean en su versión sindical o partidaria. Quizá sea porque sus retahílas al respecto suenan antiguas y falaces y sus trayectorias parecen no solo ajenas, sino directamente opuestas a este proceso transformador. Recordemos por ejemplo a estas gentes mentando un acuerdo parlamentario sobre el salario mínimo para sacudir a modo a Confebask, solo por recordarles que en Euskadi eso ya existe y se logra en la negociación colectiva. Paradójicamente nunca les escucharemos invocar el acuerdo unánime de los parlamentos vasco y navarro sobre empresa inclusiva que es para Europa modelo de innovación socio-laboral. Será porque coloca algunas “dinámicas” en donde se encuentran: las cavernas. Mientras, los 700 empleos directos y 4.000 indirectos ligados a Talgo solo aquí, respiran más tranquilos gracias al vagón sin ganga y con mucha mena que los firmantes de este acuerdo aportan al país tras un más que arduo trabajo: All iron!!!