Dicen que solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, y a mí me ocurre lo mismo con el Consejo General del Poder Judicial, solo me acuerdo de que no está renovado y de la importancia que realmente tiene, cuando al parecer tiene que resolver una cuestión judicial / política de suficiente calado e importancia. La última renovación del Consejo General del Poder Judicial fue realizada por acuerdo entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba en el año 2013. ¡Uf, casi no ha llovido y tronado desde entonces! Como sociedad avanzada y ciudadanía moderna no entiendo cómo podemos permitir, admitir y asumir que la polarización política en la que estamos inmersos impida que se renueven los cargos que conforman el Consejo General del Poder Judicial; sinceramente, me parece una auténtica aberración. 

Quizás, muchos de los que me leéis pensaréis que soy una exagerada, pero, realmente, si analizamos lo que hace el Consejo General del Poder Judicial nos daríamos cuenta de la importancia de este órgano. 

El consejo General del Poder Judicial asume el gobierno de uno de los tres poderes que conforma el Estado. Aterrizando esta idea, gestiona toda la Administración de Justicia en el sentido más amplio de la palabra: nombramientos y ascensos de jueces y magistrados, inspección de juzgados y tribunales, régimen disciplinario, conflictos ante el Tribunal Constitucional... Vamos, casi es baladí el que no se renueven. 

La realidad es que pasan los años y nos seguimos avergonzando y enrojeciendo cada vez que se toca el tema de la no renovación del Consejo General del Poder Judicial, de la dependencia política de dicho órgano y seguimos acumulando, año tras año, un retraso en la no renovación del mismo. 

Señores políticos, organícense, por favor, y ordenen la casa que antes o después será una tarea a acometer, más bien antes que después.