NO solo hace un año de la guerra de Ucrania, también de la de Génova. Las crónicas nos cuentan ahora, en riguroso diferido doce meses después, la pasión, crucifixión, muerte y enterramiento de Pablo Casado, perdida su batalla final con Isabel Díaz Ayuso. Una historia sórdida, de adulación hipócrita primero, traición después, apuñalamiento final y, aún con la navaja ensangrentada escondida, posicionarse en primera fila ante el nuevo caudillo. Así se comportó el núcleo duro de Casado, muchos de ellos ahora con Feijóo. Como en Diez negritos –aquí serían azulitos–, pero al revés. Marca PP.