E alegra que Gasteiz esté entre las ciudades elegidas por la UE para ser climáticamente neutra e inteligente, aunque me admira que un pueblo con frío tan intenso y duradero pueda lograr la neutralidad climática, al tiempo que espero que en Bruselas den más importancia a la inteligencia de los habitantes que a la de las ciudades.

Y hablando de inteligencia, recuerdo que en mi cuadrilla de niño y adolescente no se producía ningún debate en el que esta característica ganara a la tontería ni una democracia en la que se contrastaran las diferentes ideas de cómo gastar nuestro tiempo, siempre ganaba el más fuerte y, lógicamente, yo perdía, salvo una vez que fui el dueño del balón y pude elegir mi equipo de fútbol, lo que poco me duró pues al día siguiente me lo robaron.

Y de ahí a lo que viene ocurriendo en Madrid con la inteligencia espía, trabajo que se entiende es para defender la democracia y que ha devenido en vigilar a partidos democráticos porque alguien ha decidido que son anticonstitucionales, cuando simplemente defienden sus democráticas propuestas. Unos aman la independencia, otros berrean que se quiten las autonomías y muchos reclaman la abolición de la monarquía, todas ellas propuestas que modifican la constitución pero que no convierte a quienes las defienden en antidemocráticos. Esto es la esencia de la democracia.

Espiar desde el partido que gobierna a otros partidos es hacer trampas, es romper las reglas del juego, es jugar a ser el más fuerte, el dueño del balón que impone sus normas, y es, en definitiva, usar espías y su supuesta inteligencia para anular la inteligencia colectiva del debate democrático. Para remate, a los jefes de la inteligencia parece que también les han espiado. Tanto si es cierto como falsa disculpa, es una demostración de que por allí sí hace falta algún gobierno inteligente que supla las tontunas de sus componentes.