S el título del libro de Next Door que acaban de publicar dos buenos amigos. Catedráticos de universidad pública, en la vasca y la navarra, que codirigen un máster de cultura científica. Además de la investigación y la docencia se dedican a la divulgación y a reflexionar sobre la situación del mundo de la ciencia. El que firman Juan Ignacio Pérez Iglesias y Joaquín Sevilla Moróder me parece un libro necesario, porque lejos del fanatismo anticientífico y del no menos peligroso hooliganismo científico, propicia una reflexión sobre cómo hacer una ciencia mejor, dónde mirar para evitar que nos engañemos, nos engañen o que engañemos a otros. Cuentan cómo nos podemos confundir y cómo un sistema depredador convierte el trabajo de la investigación en una lucha contra gigantes con intereses ajenos al conocimiento. Y ayuda a contextualizar la gran labor que, por ejemplo durante la pandemia, se ha venido realizando, bastante invisibilizada y anónima. La ciencia es un proceso colectivo, sujeto al consenso, amenazado por demasiados enemigos que tienen intereses concretos y que buscan su beneficio y no el del común. Porque, y eso es lo que más me ha enamorado de su reflexión amplia y profunda, están los autores convencidos de que la ciencia sirve para hacer el mundo mejor, que por eso necesita atención y es tan importante que controlemos que la labor no quede distorsionada, desviada o abortada. Espero que si un día hacen una segunda parte puedan seguir reflexionando sobre cómo conseguir que la ciencia sea más escuchada por la sociedad, cómo cambiar políticas que ahora niegan la ciencia y prefieren engañarse sin tomar decisiones duras para parar el calentamiento global o la desigualdad. Porque no nos queda casi tiempo. Necesitamos una ciencia activa, además de una ciencia buena en lo moral y en lo metodológico.