El presidente de Ucrania sabe que Europa no está dispuesta a morir por ellos. Una loable actitud que sería un éxito diplomático si Putin no estuviera dispuesto a matarlos a ellos. Lo de Kiev va tocando techo a medida que van tumbando edificios. La matanza no vale una OTAN, pero su renuncia no le pondrá fin. Mientras, Europa tiembla por el precio de la energía y China dice que defenderá sus intereses, que es el modo de avisar de que sabe que va a ser la ganadora sin disparar un tiro -porque todo dios le debe un pastizal-. El genocidio sale caro pero pararlo, mucho más.