FRONTAR los eventos aleatorios y la incertidumbre en un marco de complejidad y análisis sistémico es un ingrediente esencial de la alta dirección en cualquier tipo de organización más allá de sus demandas intrínsecas en el corto e inmediato plazo.

Esta semana, la Universidad de Deusto, en el marco del centenario de su asociación de exalumnos y de la mano de PwC, ha permitido escuchar al Gobernador del Banco de España y su "renovada" política macro prudencial para ir más allá de sus funciones concretas del momento, así como de las políticas "intrínsecas" del sector financiero (en especial de la banca), incorporando, con especial relevancia, esas otras políticas, herramientas, hechos que condicionan y condicionarán la economía y finanzas. Parecería extraño saber que, hasta ahora, sus trabajos regulatorios, de control y de orientación económico-financiero no hayan conjugado, con mayor intensidad, precisión y decisión el carácter sistémico de aquello que explica el comportamiento financiero, económico y social sobre los que tanta influencia y responsabilidad tiene.

A la complejidad, por supuesto, que este esfuerzo supone, la consecuencia de hechos extremadamente raros, a la vez sorpresivos y causantes de impacto severo en la historia (lo que Nicholas Taleb denominó "El Cisne Negro"), acompaña el momento actual que lleva a muchos a un debate, quizás más terminológico, que motivador de innovaciones disruptivas (sobre todo en nuestras mentalidades y actitudes), enfocando las transformaciones pendientes e inevitables, preexistentes, que la pandemia acelera y cuya visibilidad aumenta. En todo caso, esta aproximación "macro prudencial-sistémica" llevaba a otros prestigiosos analistas financieros de la plaza bilbaína a preguntarse, estos días, si el comportamiento bursátil en curso obedecía al fenómeno del Cisne Negro, a un Elefante Negro (que no es otra cosa que todo aquello evidente para todos, pero que no hemos querido abordar, asumir e intentar superar) o si es nuestra confortabilidad y complacencia coyuntural lo que nos lleva a la Medusa Negra (eventos que creemos conocer y dominar que terminan siendo más complejos e inciertos de lo inicialmente esperable, con consecuencias finales más nefastas de lo previsto).

Sea uno u otro (o todos con distinto nombre, intensidad y tiempo), vivimos un momento crítico que obliga a repensar (no porque no lo hayamos hecho hasta ahora) cambios esenciales en nuestras empresas, países, gobiernos, políticas y, por supuesto, comunidades, sociedad y comportamientos personales. No es cuestión ni de lanzarnos, sin más, a las calles para proclamar un determinado malestar, ni para exigir a terceros obviando nuestra parte de responsabilidad o implicación, ni de soluciones mágicas inmediatas o de esconder nuestro rol y responsabilidad en la inacción y compromiso superador de aquello que nos implica a la vez que condiciona, en especial, a los demás.

Estos días, en los que parecería que la sensación de haber superado la última ola perversa y fatídica de la pandemia, reforzando esfuerzos de recuperación de ritmos y estrategias en el seno de las Organizaciones, en especial en empresas y gobiernos, rodeados del síndrome ya conocido como la "gran deserción", de múltiples y distintas causas, la editorial Harvard Business Review publica un extraordinario libro de máxima actualidad (sobre todo para el mundo empresarial, pero, en mi opinión, de lectura y práctica recomendable para toda organización e Institución) inmersos, como estamos, en plena digitalización y transición hacia una nueva economía en esa llamada revolución 4.0. bajo el sugerente y actual título Beyond Digitalization (...más allá de la digitalización), tratando de responder l cómo los líderes transforman sus organizaciones y configuran un nuevo mundo. Sus autores, reconocidos expertos en estrategia, Mahadeva Matt Mani y Paul Leinwand, sintetizan de forma clara el verdadero, amplio y complejo desafío al que nos enfrentamos. No es un canto a manuales operativos, digitalizadores o aplicadores de tecnología concreta, sino la invitación a contemplar, de forma sintética y ultra prudencial, tres auténticas revoluciones coexistentes, determinantes del futuro que nos jugamos e imprescindibles para entender e incorporar en nuestro recorrido: 1) La revolución de la demanda que sitúa a la persona-cliente-usuario-consumidor en el centro del poder decisorio, informado sobre lo que debe y quiere recibir, de manera no fragmentada, en soluciones, servicios integrados obligando a quienes ofrezcan soluciones a conformar redes diferenciales creadoras de verdadero valor; 2) Una revolución de la oferta y suministro que, gracias a la necesidad y oportunidad de acceso a la escala y tamaño sin necesidad de ser propietario de todos los activos requeridos, potenciando, propiciando y formando parte de ecosistemas colaborativos, generando plataformas en red, alianzas y partenariados con todo tipo de especialistas complementarios; y 3) Una tercera revolución transformando el contexto en el que se opera, actuando con y para todos los actores en las diferentes comunidades en que actuamos y de la que hemos de formar parte activa con vocación de permanencia. Esta triple revolución define la nueva dinámica sobre la que habría que reconfigurar los cambios críticos de la digitalización. El fin en sí mismo no es digitalizar o poner el foco en la tecnología sino en su uso, aplicabilidad y su sentido estratégico diferenciado.

Acometer este complejo y exigente proceso, obliga a formularnos en cada unidad empresarial, institucional o social en la que participemos, un par de preguntas clave: ¿Qué valor único aportamos al mundo de hoy? y, ¿Qué competencias y capacidades nos permiten crear el valor buscado mejor que ningún otro actor? Sus respuestas, sinceras, nos permitirán "articular nuestro futuro" actuando, a la vez, de forma sistémica (otra vez la compleja síntesis de todo aquello interrelacionado), para reimaginar nuestro rol en el mundo, en los ecosistemas en los que seamos capaces de cocrear valor, en la imprescindible generación de confianza y relación con terceros, en ofrecer una entidad orientada a resultados y soluciones y no a incrementar problemas, a reorientar estructuras y equipos, reinventando un verdadero contrato social, estable y permanente en el largo plazo, "disrumpiendo" nuestra mentalidad, actitud y conocimientos. Solamente así, podremos transitar, con éxito, el largo camino, acompañados de todos los "stakeholders" o grupos de interés implicados.

Solamente de esta forma, pensando en todos (y en especial en terceros) estaremos preparados para asumir nuestras responsabilidades y roles exigibles. Hacerlo marcará la diferencia. Como sugieren Paul Polman (reconocido líder empresarial y acelerador activo de la vinculación de las empresas a los Objetivos de Desarrollo sostenible de Naciones Unidas), y Andrew Winston ("Green to Gold"-Verde al Oro...) en "Net Positive": Cuida el valor como si fuera tuyo ("si lo rompes, es tuyo... y has de pagarlo") y enfréntate al "Elefante Negro". Ya sabes cuan rudo y desagradable es, ya conoces su efecto devastador, eres plenamente consciente del esfuerzo-sacrificio requerido para superarlo. Conocerlo y no actuar te hace más vulnerable y desincentivarás a quienes comparten tu diagnóstico. Nunca tendrás el cien por ciento de las certezas, ni conocerás el lugar y tiempo ideal de llegada. No obstante, lo que sí conoces, a la perfección, es en dónde no has de quedarte quieto. Ideas para un tránsito ambicioso, complejo e imprescindible cuando nuestra sociedad parecería demandar, con fuerza -y esperemos que con convicción y compromiso- soluciones conjuntas en términos de bienestar, de riqueza, empleo, sostenibilidad e inclusividad a la par que "salvar el planeta".

Sin duda, una vez más, parecería que estamos en un punto crítico que nos exige repensar caminos de futuro. La elección es nuestra. Compromiso y responsabilidad, también.

Cisne, medusa o elefante negros comparten elementos y atributos: incertidumbre, aleatoriedad, disrupción. Y, sobre todo, una gran oportunidad para generar un mundo mejor.