ERÓNICA no pudo más. La vida nos gasta de diferente manera y a ella la agotó antes de tiempo. Algo la ahogó en pleno revival televisivo, cuyas entregas no han terminado y tendrán un amargo regusto en los programas grabados que se van a emitir. Desconfío del morbo insano que los acompañará. Quizá no fue suficiente volver al escaparate o quizá fue demasiado el juicio que conlleva; o quizá en esa telerrealidad en la que todo es ficción ella fue demasiado real. Quizá gritó su circunstancia, nadie la escuchó y algunos incluso la lapidaron. Vivir en el quizá, ya es morirse un poco. Y Verónica, del todo.