SCUCHAR al excomisario Villarejo dar lecciones sobre las cloacas del Estado produce una morbosa satisfacción. Habla de su trabajo de pocero, del acarreo de heces y desechos, con autentico orgullo profesional. Las cloacas -dice- no ensucian, limpian la mierda. No sé si no ha entendido el concepto. Las cloacas del Estado desaguan la porquería que genera la acción del Estado pero no lo sanean. Son la tortura, los chantajes, la obtención y uso fraudulento de información privada, el terrorismo de Estado... Villarejo se reivindica en ello y advierte: os vais a enterar. Y huele a podredumbre por convicción.