O de pegar fuego a la calle para reivindicar la libertad tiene que parar ya. Quienes, desde la representación democrática de sus votos, pasan de puntillas sobre la cáscara de esos huevos deberían romperlos ya. Aquella pintada, este contenedor en llamas o ese botellazo no tienen que ver con el modelo policial y los que lo disfrazan de eso deberían dejar de rumiar desde ya la expectativa de cuántos votantes pueden captar en esos caladeros. Los de la capucha y la rebelión violenta no son especie simbiótica sino parásitaria de la democracia. No se alimenten de anisakis ni lo disfracen de progresía.