NTUYO un cariz político en la provocación que entronca con la libertad de expresión. No creo que el mal gusto sea motivo de encarcelamiento ni que la agresividad sea aceptable por rodearse de reivindicación. El vandalismo no es protesta. La protesta en democracia no admite violencia. No me gusta que Pablo Hasél sea encarcelado por decir lo que dice. Creo que todos deberíamos ser sancionados por hacer lo que hizo -una agresión-. Pero no es el caso. El caso es que la libertad de expresión se coarta en España ante sus símbolos nacionales. Y que el vandalismo que les responde es igualmente liberticida.