LA vanguardia ciudadana del soberanismo catalán está intentando un ejercicio de desobediencia cívica que deje de manifiesto que el problema de Catalunya no es de orden público sino de negación de su realidad sociopolítica. Por eso no puede permitirse que le arda la retaguardia. En primer lugar, porque los incendiarios no son representativos de los medios que está dispuesto a defender el independentismo catalán. Pero, además, tampoco coinciden sus fines. Esa retaguardia antisistema quema hoy contra la sentencia del TS; mañana, contra la gestión de un gobierno de la república catalana.