TIENEN una fuerza imparable. Los movimientos que se están generando en todo el mundo en torno al clima, contra el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina, la violencia de género, para promover la igualdad en educación? en definitiva, para generar y provocar un verdadero cambio, están siendo movimientos ejemplares liderados por niñas y adolescentes. Queremos ser el altavoz de las niñas del mundo, queremos que griten a los cuatro vientos que son capaces de hacer, de conseguir, de ejecutar; no solo de soñar. En este año en que se cumplen tres décadas desde que se aprobara la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), el tratado internacional de derechos humanos más ratificado de la historia, y con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como hoja de ruta, tenemos la obligación de hacerlas partícipes del cambio, escuchar sus ideas, reflexiones, quejas y aportaciones.

Aunque en las últimas dos décadas ha habido avances bajo el impulso generado por la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, la agenda política más completa para el empoderamiento de las mujeres, estas siguen sufriendo la discriminación y la violencia en todos los lugares del mundo; lamentablemente, el hecho de nacer niña o niño sigue determinando las oportunidades de una persona para tener acceso a salud, educación y protección.

Según los datos de Unicef en 2018, más de 200 millones de niñas y mujeres en el mundo han sufrido mutilación genital femenina; 650 millones de mujeres han contraído matrimonio antes de cumplir los 18 años y, si continúa la tendencia actual, en 2030 serán unos 800 millones de mujeres. Unos 15 millones de chicas de entre 15 y 19 años han sufrido relaciones sexuales forzadas en el mundo; la mitad de las niñas de entre 10 y 14 años dedican el doble de tiempo a las tareas domésticas que los chicos de su misma edad; vivimos en un mundo en el que las mujeres y las niñas siguen asumiendo la mayor parte de la responsabilidad del trabajo asistencial no remunerado. En todas las sociedades, y en particular en las situaciones de emergencia, mujeres y niñas están expuestas al riesgo de la violencia de género. Por todo ello, Unicef siempre intenta tener en cuenta las cuestiones de género: cuando se ponen en marcha campañas de vacunación, por ejemplo, contra el tétanos materno y neonatal, cuando se instalan letrinas y fuentes de agua potable, asegurando que las escuelas estén adaptadas con instalaciones de higiene que permitan la seguridad e intimidad de las adolescentes, cuando se promueve la enseñanza secundaria para que las adolescentes no abandonen la escuela cuando llegan a la pubertad?

Aunque queda mucho camino por recorrer y tenemos que dar la vuelta a las cifras, nos encontramos voces como la de Gilda Paulina Menchú Tzun, guatemalteca de 19 años que lleva varios años ejerciendo como activista contra la violencia sexual, promoviendo los derechos de las niñas y adolescentes latinoamericanas y alzando la voz “por aquellas que han muerto y jamás lo intentaron”. O como la de Janaki Sah, nepalí de 14 años, que nos dijo: “Porque fui lo suficientemente valiente como para convencer a mis padres de que me dejaran ir al colegio, en vez de casarme tan joven, soy capaz de hacer lo que más me gusta: ¡estudiar!”. Ellas están cambiando el mundo. Necesitamos más niñas escolarizadas, menos matrimonios infantiles y menos niñas que se convierten en madres mientras aún son solo niñas; muchas más niñas que jueguen sin barreras y que puedan formarse y adquirir las habilidades que necesitan para avanzar en su futuro laboral.

Por ello, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 apela a “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”; y es por eso también que la igualdad de género es un eje transversal que impregna las relaciones personales, familiares y sociales, y las instituciones. Exige la participación de ambos sexos para avanzar hacia la justicia y la igualdad. Hoy, 1.100 millones de niñas están dispuestas a asumir el futuro. Un futuro en el que, si empoderamos a las niñas y las adolescentes, estaremos empoderando a sus comunidades, a las naciones y, en definitiva, al mundo. Como emprendedoras, innovadoras e impulsoras de movimientos a nivel mundial, las niñas están tomando las riendas de un mundo que es relevante para ellas y para las generaciones venideras. Alcemos la voz, hoy Día Internacional de la Niña, y el resto de los días, y apostemos con fuerza porque se escuche a una generación de niñas sin precedentes, sin un guión prestablecido. Una generación imparable que no está dispuesta a que le roben su futuro.