LOS jóvenes de esta generación Z es-tán exigiendo en la calle garantía de futuro a sus padres, aquellos que en su juventud, en plena efervescencia punk, clamaban el No future acusando a sus viejos de haberles condenado a malvivir sin perspectiva alguna. Pero ahora es “el planeta” el gran amenazado y una niña de 16 años nos regaña y nos espeta, apocalíptica, que no nos perdonará. En esto del cambio climático asistimos a una preocupante adolescentización, tan letal al menos como los gases de efecto invernadero. Claro que hay futuro: son ellos y ellas. Para bien y también para mal.