lOS últimos cambios climatológicos nos mantienen muy sensibles y están encendiendo alertas asociadas directamente al cambio climático. Nunca es vana una preocupación de este tipo, pero esta es una cuestión compleja y de plazos largos, muy largos. Asociamos el cambio climático a diferentes intervenciones de la humanidad, especialmente a los gases de efecto invernadero, que alteran el ritmo de la naturaleza, y nos aterra comprobar que algunos de nuestros logros humanos pueden estar en peligro a causa de la subida de la temperatura y del aumento del nivel del agua del mar, sin olvidarnos de la deforestación y del aumento de la sequía en determinados lugares de nuestro plantea.

En este contexto, parece necesario observar, como hace J. M. de Cózar en su libro El antropoceno, que cuando hablamos de responsabilidades de la humanidad en relación al deterioro y contaminación del planeta Tierra estamos realizando una afirmación errónea. Y no se trata de negar que ha habido un proceso de intervención humana poco sostenible, sino de afirmar que toda la humanidad no ha estado implicada en ese proceso, que unos pueblos han estado implicados más que otros, y que dentro de esos pueblos, incluso de los que han estado implicados, muchísimas personas han quedado al margen, o han sido utilizadas como mano de obra esclava para determinadas acciones que en ocasiones han contribuido al avance de las sociedades, y en otras han estado al servicio exclusivo de unas minorías que se han beneficiado de un sistema depredador. No se trata de criminalizar a todas las personas emprendedoras en innumerables facetas de la vida, porque la complejidad de los procesos productivos ni es simple ni avanza o retrocede simétricamente. Pero muchísimas personas pertenecientes a lo que llamamos humanidad, incluso muchas de ellas pertenecientes a los denominados países ricos, no son responsables moralmente de determinados entuertos. Y si esto es así? ¿Quienes habitan el Amazonas o territorios de África a quienes se les expulsa de sus pequeños cultivos para que grandes extensiones de monocultivos sean exprimidas por transnacionales durante un tiempo, hasta que dejan la tierra exhausta y la abandonan, son responsables del cambio climático? Pues no. Más aún, hoy en día, muchos pueblos de la llamada periferia, además de no ser responsables del cambio climático, son receptores de residuos peligrosos y de algunas de las actividades más contaminantes.

Da igual si se comienza a denominar antropoceno a la etapa que nace en el momento en que el ser humano comienza a sembrar la tierra y domesticar los animales, o cuando empieza a utilizar la técnica y la industria para fines productivos con una capacidad importante de expoliar, o si consideramos que además determinadas guerras modernas, o las explosiones nucleares son el punto álgido de esta etapa que recibe este nombre. El caso es que, independientemente del lenguaje utilizado para definir esta etapa como una era geológica o no, las naciones ricas han llegado a un nivel de bienestar significativo en el que la sobriedad energética y la reutilización para un crecimiento sostenible no han sido una realidad. Ahora, afortunadamente, aumentan las normas y compromisos internacionales para garantizar avances, a pesar de que se siguen poniendo muchos palos en las ruedas de este proceso, pero se pide a pueblos en vías de desarrollo condiciones que otros países no han cumplido anteriormente. Por cierto, también en estos países en proceso de desarrollo hay enormes movimientos económicos donde se lucran unas élites determinadas, muy ricas, y empresas que mantienen la colonización económica.

Si hasta ahora hemos abusado de los combustibles fósiles, nuestro narcisismo como especie puede llevarnos a decir que la tecnología nos ayudará a diseñar un futuro con perspectivas más alentadoras: ¡Hay tantos avances muy positivos en medicina, ingeniería, comunicaciones?! O nuestro pesimismo-realismo nos dirá que determinadas desmesuras tecnológicas han estado al servicio de matar, robar y controlar: ¡Hay tantas brutalidades realizadas con avances tecnológicos?! Pero todo es más complejo que un mensaje de filias o fobias hacia la tecnología.

Ya habíamos dicho que la humanidad no es una unidad. Y queremos reseñar ahora que cuando en las reuniones del G20 se habla sobre el cambio climático se concentran paralelamente otros movimientos activistas alternativos que también son humanidad y hacen propuestas diferentes. ¿Qué pasa con el resto? Además, ni siquiera entre los poderosos hay acuerdo en las soluciones, porque en realidad ejercen la representación de esas minorías poderosas que se disputan los recursos minerales necesarios para conquistar dominios tecnológicos y de información, y se pelean como en las etapas llamadas coloniales en las que hacían guerras por los territorios y sus riquezas. Al final tomarán la decisión de repartirse con tiralíneas los espacios conquistados en el campo de las tecnologías digitales más avanzadas porque necesitan tiempos de tranquilidad para reorganizarse, la guerra constante entre grandes poderes económicos y financieros no les favorece.

Todo ser humano tiene derecho a vivir en un ambiente saludable pero, cuando esto no es posible, las responsabilidades no son simétricas, claro que, donde prima el más fuerte sin ningún tipo de moral, el cambio climático moral no se produce, y así aumenta el cambio climático ambiental. No tenemos remedio.