Un joven de 29 años ha muerto en Alicante cuando pretendía grabar un salto para colgarlo en su canal de YouTube, especializada en deportes de riesgo. El paracaídas no se abrió. El canal tenía seis suscriptores. Era un electrón de un átomo de una gota de agua de la inmensidad del océano que es Internet. Millones de personas, de todas las edades, buscan a diario aumentar su protagonismo en las redes, dar con la clave que los lance al hiperespacio digital y los teletransporte del anonimato al estrellato. El canal del joven alicantino muerto fue visitado ayer por decenas de miles de personas. El precio no ha podido ser más injusto.