EL hecho de que el líder socialista y candidato a repetir como presidente, Pedro Sánchez, acepte ir únicamente a un debate a cinco -o sea, incluido Vox- en una cadena privada y rechace hacerlo en la televisión pública con sujección estricta a la Ley Electoral es no solo un desprecio a RTVE, como han denunciado los trabajadores, sino una anomalía democrática y un fraude social. ¿Alguien se imagina a un primer ministro británico -¡incluida May!- marginando a la BBC de un debate electoral? Es posible -solo posible- que le salga bien a Sánchez y retrate a las derechas. Pero ese no es el debate.