PARA documentar que la historia económica de Bizkaia, de Euskadi, es una historia de progreso y éxito que se fundamenta en el dinamismo empresarial, pero también de dificultad y obligada adaptación no hace falta remontarse a las haizeolak o ferrerías de monte del siglo XIV. Ni a la siderurgia de horno alto que en el XIX impulsó la revolución industrial, contribuyó a crear una reconocida construcción naval y dio paso, en el primer tercio del siglo XX, a la industria de bienes de equipo y transporte. Tampoco, ni siquiera, a mediados del siglo pasado, con el desarrollo de la industria de transformación y máquina-herramienta, que apenas veinte años más tarde, en los 70, soportó la reordenación del sector de aceros especiales o el proceso de cierre de astilleros -que sigue aún hoy con La Naval- ya antes de la durísima reconversión de 1985, cuando la crisis estranguló al tejido industrial obligando a la administración, Gobierno vasco y Diputación Foral de Bizkaia, a establecer medidas para paliar la situación y encauzar la industria a otras direcciones. Es suficiente con echar una mirada a la última década, a años recientes en los que la crisis financiera internacional, la globalización y las nuevas economías emergentes nos han obligado a otra nueva adaptación a la que, cuando se han paliado muchas (no todas) de sus consecuencias en el empleo o el bienestar social, es todavía preciso darle continuidad. Que nuestro territorio presente un PIB per cápita más cercano a las economías de las potencias europeas que a la media estatal y solo hace meses presentara la tasa de producción industrial más alta del Estado no es sino fruto de la renovación constante impulsada desde las empresas, las instituciones y, por supuesto, los trabajadores. A punto de entrar en la tercera década del s. XXI, esa innovación y gestión del riesgo que ha caracterizado desde siempre a la actividad económica de Bizkaia se denomina “startup”, se halla inmersa en la “world economy” y pasa por la alianza de nuestras empresas con aquellas vanguardias económicas que pueden compartir objetivos. Y el Centro Internacional de Emprendimiento de la renovada Torre Bizkaia que el diputado general, Unai Rementeria, presentó ayer ante más de un centenar de fondos y empresas en Madrid es, debe ser, herramienta imprescindible para reinventarnos con éxito.