TENEMOS a nuestros mayores tirados por las calles reclamando lo que es suyo y, sin embargo, hay 111 exdiputados y exsenadores que siguen cobrando generosas prestaciones parlamentarias. Algo así como una RGI versión pensionazo. No se ganaron el sueldo cuando estaban en activo y ahora se levantan un montón de pasta a cargo de las mamandurrias políticas. ¡Y sin necesidad de ahorrar 2 euros al mes como recomendaba Celia Villalobos! Encabezan este top ten Jaime Ignacio del Burgo, Cristina Almeida y Pablo Castellano. En el listado hay honorables chorizos como Guillermo Galeote, que estuvo más de tres años sin pasar por el hemiciclo y le abrieron expediente (debió ser X porque ni se enteró). Una vez en la secta, a chupar del Estado hasta el infinito y más allá. Da igual si están condenados por los GAL, García Damborenea; por Filesa, el citado Galeote, o por las tarjetas black, José Acosta. El Congreso suprimió las pensiones parlamentarias en 2011, en pleno ajuste por la crisis, pero como entonces había políticos que ya habían generado el derecho a cobrar ciertas cantidades para complementar sus propias prestaciones, continúan recibiendo un pago mensual. No hay dinero para las pensiones contributivas, pero sí para sobresueldos de exseñorías. Un robo aunque sea legal y por mayoría. Como dirían los que se manifiestan: “Con lo robao, esto estaría arreglao”.
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