La histórica división sexual del trabajo, hombres a la producción y mujeres a la reproducción y cuidados domésticos, es el eje sobre el que pivota la alianza más cruel y perversa para las mujeres: capitalismo y patriarcado. Para hacer frente al capitalismo, el hombre ha utilizado la huelga como instrumento para paralizar la producción y conseguir dignificar las condiciones laborales y sociales. Ahí también han luchado las mujeres. Pero en el ámbito de la reproducción y los cuidados, las mujeres están solas.

Hay que remontarse al año 1975, en Islandia, donde las mujeres abandonaron por un día sus tareas, y paralizaron el país. Esto hizo reflexionar a muchos hombres y a su Gobierno y su consecuencia es que hoy Islandia lidera uno de los modelos sociales más avanzados en igualdad de hombres y mujeres. Los gobiernos siervos del sistema capitalista y patriarcal dicen que la huelga del 8-M divide porque resta a los hombres su protagonismo, al ser una huelga de mujeres. Nada más lejos de la realidad.

Los hombres que luchan contra la desigualdad, este 8-M ocuparán los huecos que dejen las mujeres y por tanto no restan, suman, provocando que ese día se multipliquen las voces de las mujeres que ese día tomaremos las calles.

Es pura matemática social. Si nosotras paramos, se para el mundo. Y eso lo sabe sistema, por eso su respuesta será brutal, pero lo que se está gestando ya es algo imparable.