Muchos días en el paseo reglamentario matutino, de los entrados en años, tengo ocasión de encontrarme con compañeros que realizan la misma rutina que yo. Hoy he tenido ocasión de cruzar unas palabras con uno de ellos, el lugar la Plaza de Abastos, un lugar que está en el candelero municipal y en sus bares de baroteka hemos podido solazarnos a gusto y hablar de los partidos.

Llevamos ya muchos años padeciendo la cuota de poder que está en manos de unos cuantos y que lideran instituciones y empresas públicas, en definitiva son los lugartenientes de los partidos políticos. Muchos de ellos saben y son conocedores de que este porvenir solo les está permitido en la “empresa pública, de los partidos políticos” ya que si sus intereses tendiesen hacia la empresa privada tendrían muchas dificultades por encontrar un hueco de por vida.

Así está nuestro futuro político, y echando a volar la imaginación hemos pensando qué sería de los partidos políticos si una nueva oleada de gente nueva, honrada, con sus futuros ya cubiertos, sin ningún interés económico personal se lanzase a la aventura de sacar adelante el partido en cuestión. Partidos nuevos con nueva savia, con nuevos bríos y sobre todo con una honradez de bolsillos de cristal.