Impotencia
La pasada madrugada del lunes, al filo de la una de la madrugada, crucé la ciudad prácticamente desierta y sin tráfico. No recuerdo haber sentido esa inquietud anteriormente y mucho menos mirar tantas veces por encima del hombro en el botxo, buscando sombras fuera de lugar. Y no es para menos: agresiones en el metro, robos con intimidación, violencia gratuita, droga como en tiempos que escapan ya a la memoria...
La Diputación ha asumido la tutela de uno de los dos menores implicados en la muerte de Urren y retirado la custodia a sus padres, que han ejercido poco o nada. El otro ha ingresado en un centro cerrado. El caso es que si son menores de 14 años, hagan lo que hagan y por violentos que sean sus actos, son inimputables. A mí esto se me escapa; la lógica y el sentido común me dicen que si son adultos como para delinquir, también deberían serlo para responder de sus actos.
Ahora la Fiscalía ha tomado medidas, entiendo que por la alarma generada, pero cuenta la prensa que son delincuentes habituales con base en el centro y viejos conocidos de la Policía.
Si estamos acostumbrados a ver entrar y salir de los juzgados a delincuentes multirreincidentes, no quiero ni imaginar la brevedad de los trámites y levedad de los castigos cuando se trata de menores.
Quizás los legisladores deberían de ilustrarnos sobre cómo actuar si nos aborda un menor con la intención de robarnos o agredirnos, teniendo en cuenta que no podemos causarles daño alguno -pobrecitos niños- y que, aunque denunciemos, nadie les va a imputar y, además, nos pueden esperar el día siguiente en la misma esquina, multiplicados y con ganas de revancha.
Hace años, y durante unos cuantos, Bilbao fue la ciudad más segura de Europa. Algo estamos haciendo mal. Muy mal.