Amigo, antifascista Moreno. A ti, que como mi abuelo Esteban Gorriti fuisteis soldados del ejército vasco del lehendakari Aguirre. A falta de él, te tengo a ti como aitite. Quiero llegar a tu persona. Más tarde hablaremos por teléfono, como cada año. Pero, antes, quiero que me leas. Te queremos porque has sido tú quien ha ido logrando que necesitemos tus llamadas, tus cartas de letra inglesa, tus sellos pagados con la pensión.

Hoy cumples 99 risueños y optimistas noviembres. “Jodido, pero contento”, respondes cada 10 de noviembre. Con esta carta, además de desgastarte las orejas, me gustaría hacerte llegar la respuesta a todas esas misivas que solo DEIA y Mugalari te publican. No tienen el valor de responderte.

No por gusto, pero me gustaría ser hoy Rajoy, López, Rabanera, Iturgaiz, Nerea Llanos, el presunto nuevo Primo de Rivera Pablo Casado, Cospedal, Mayor Oreja... y responderte punto a punto todo aquello que les echas en cara en tus epístolas, con efusividad, valentía, con la juventud de los lobos. Y saber tú y yo si quienes dejaron atado todo en 1978 tienen argumentos o solo les pesa el pasado y el parné de sus bolsillos.

80 años después quiero que nos emociones una vez más. Leerte cada poco. Seguir levantando el teléfono fines de semana y días laborables, y escuchar tu voz y que nos preguntes por nuestros hijos -por “el inglés” y el “pequeñajo”-, que carcajeemos, saber que vuelves al txoko, y qué hostias: soñar con que Portugalete no tenga tantas jodidas cuestas para ti.

Fue una casualidad conocerte y reírnos cuando un autobús echando marcha atrás te provocó gritarle al conductor en Bilbao: “¡Eh! Cagüendios, no me mataron los franquistas en la guerra y, ¿me vas a matar tú echando para atrás?”. No se nos olvidará nunca. Al chófer tampoco.

La última vez que te visité fue con mi guitarra y una canción a cuestas con tu nombre. Te tengo grabado en vídeo. Ya no te nos escapas, aunque quieras salir corriendo de nuestros pensamientos en el caso de que echemos marcha atrás.