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Objetivo: salvar La Naval

La grave situación del centenario astillero vasco, abocado a la quiebra tras una gestión bajo sospecha, podría aún ser reversible con la implicación de todos y la búsqueda real de inversores

LA noticia de que los accionistas de Construcciones Navales del Norte, titular del astillero La Naval de Sestao, han aprobado la solicitud de concurso de acreedores -la antigua suspensión de pagos y quiebra- ante la falta de inversores para revitalizar la empresa supone la confirmación de los peores augurios que acechaban al futuro del centenario astillero, especialmente golpeado por la crisis durante los últimos años, y dibuja un negro panorama para el futuro de la compañía y, sobre todo, para centenares de familias de la margen izquierda que ven peligrar sus puestos de trabajo. Esta grave situación es, asimismo, un duro varapalo tanto para el propio municipio sestaoarra como para el herrialde y para Bizkaia. La actual situación de La Naval es muy preocupante, con una deuda de cerca de 150 millones de euros y sin capacidad para atraer inversores que aporten el capital necesario para garantizar su continuidad y, con ella, la de decenas de pequeñas empresas de la industria auxiliar. Sin embargo, el histórico astillero aún podría estar a tiempo de hallar una solución, como se ha encontrado en otros momentos tan críticos como el actual. Ese, volver a salvar La Naval, debe ser el objetivo prioritario de los accionistas, trabajadores e instituciones. Que no sea sencillo no quiere decir que no pueda lograrse, pero para ello deben darse una serie de condiciones. En primer lugar, el concurso de acreedores debe implicar la continuidad de la actividad y, en consecuencia, que el astillero concluya la construcción de los cuatro buques que tiene en su cartera de pedidos. A este respecto, cobran especial importancia las críticas, más o menos explícitas en cada caso, realizadas tanto por parte de los trabajadores como de las administraciones hacia la gestión de la empresa, que ha permitido que una compañía con carga de trabajo suficiente pueda situarse al borde de la quiebra. Es, por tanto, preciso analizar cómo ha podido llegarse a esta agónica situación y concluir si, como se afirma desde diversas instancias, una gestión distinta hubiera podido revertir la situación y, sobre todo, si aún pudiera hacerlo en la actual situación para garantizar su futuro. Además, las administraciones deben implicarse también en la búsqueda de soluciones y, sobre todo, del inversor o inversores necesarios para salvar La Naval y mantener e incluso incrementar la actividad y los puestos de trabajo.