Fichar o no fichar
Fichaje no es sinónimo de éxito. Idéntica reflexión vale para traspaso o salida previo abono de la cláusula. Tampoco las renovaciones de contrato son garantía de nada.
Los aciertos y los errores en el mercado futbolístico se dan en porcentajes imposibles de precisar. Vemos operaciones con una carga de previsibilidad importante, para bien o para mal, pero seguramente predominen las de alcance incierto, tanto desde la perspectiva del jugador como de los clubes implicados. ¿Buen o mal fichaje? La valoración se debe abordar expirado el vínculo del jugador, pero no suele haber tanta perspectiva, criterio o paciencia, déficit que se suma a la subjetividad, elemento tan presente en el fútbol como el mismo balón.
Se muda Neymar: el Barcelona pierde al segundo, tercero o cuarto, qué más da, mejor delantero del panorama actual. ¿Será beneficioso para el PSG con lo que ha pagado? ¿Y para el jugador? Preguntas sin respuesta, de momento. Contra lo que pudiera pensarse en caliente, al Barcelona, abocado a tragar la espantada, cabe que la noticia del verano le venga de maravilla. Así será si acierta a gestionar lo ingresado, no en vano desde que Xavi y Puyol se despidieron (y con Neymar en nómina) está perdiendo gas, consistencia y calidad. No es el peor panorama posible el que inesperadamente se ha encontrado Ernesto Valverde. Si fichan con tino, claro.
El Athletic parece que ha estado interesado, en el sentido de que se molestó en presentar una oferta concreta, en captar a Alex Berenguer y Mikel Merino (lo de Monreal, ni mentarlo: el chico está encantado en Londres con Wenger y es comprensible). Bueno, pero resulta que los dos, pudiendo instalarse en Bilbao, han preferido destinos alejados de su Iruñea: Turín, el Torino; y Newcastle, donde trabaja Rafa Benítez.
Por segundo verano consecutivo, lo que agravaría la trascendencia del asunto, no habrá caras nuevas en San Mamés. Al Athletic le han dado calabazas, motivo de preocupación y decepción para quien opina que comprar es sinónimo de éxito, una fórmula a explotar para reforzar la plantilla, un atajo si se compara con el largo proceso de formación de chavales, sobre todo habiendo como hay dinero en caja, abundante.
Quien firma esto, más que recibir con indiferencia la negativa de Berenguer y Merino, se ha alegrado de que dos jugadores de presente intrascendente e indefinido futuro no ocupen sendas plazas en la plantilla de Ziganda. En contra incluso de los técnicos, si es que los hubiera de esa opinión, sostendría que ni el uno ni el otro hubiesen sido titulares en razón a su trayectoria reciente, un balance escaso o pobre en la máxima categoría y la competencia de los jugadores existentes. En todo caso, estaban llamados a codearse con los meritorios, aunque con una ficha dimensionada a partir de una expectativa y de su condición de fichajes. Sin profundizar más, su progresión a medio plazo en el seno del Athletic era una incógnita que permanecerá en el limbo, flotando.
Es sabido que el club no deja de escrutar cuanto futbolista se mueve al margen de sus dominios, pero lo de este verano con Berenguer y Merino ha dado la sensación de obedecer más a un posicionamiento conservador que a un convencimiento. En un mercado cada curso más restringido ahora que los vecinos manejan presupuestos con enjundia, no debería sentirse empujado o forzado a intentar comprar algo por si acaso, no vaya a ser que, que no se diga...
No todos los años sale un Arrizabalaga o un Yeray. Pasó la temporada anterior, emergieron prácticamente a la vez, de la mano. A uno se le esperaba, no así al otro. Hoy asoman la patita Núñez y Córdoba, sin olvidar a gente como Vesga, Aketxe, Lekue, Sabin... Ellos son las contribuciones más sólidas al reforzamiento de la plantilla. Por lo tanto, no es verdad que no haya venido nadie al equipo, hay que matizar: nadie de fuera. Y qué. Si no se puede o no se encuentra algo que merezca la pena, tranquilidad. Fichar por fichar sí que está condenado al fracaso.
No fichar en absoluto es sinónimo de fracaso.