MANUEL Carrasco i Formiguera fue un abogado democristiano estrechamente ligado al PNV. Elegido concejal de Barcelona, creó L’Éstevet, semanario nacionalista catalán donde se publicaron caricaturas críticas con la dictadura de Primo de Rivera, a consecuencia de lo cual fue enviado a prisión. En 1930, fue uno de los firmantes del Pacto de San Sebastián que trajo la República en 1931 y fue nombrado consejero de Sanidad en el primer gobierno de la Generalitá catalana de Francesc Maciá. Elegido diputado en el Congreso, estableció una estrecha relación con Aguirre e Irujo. Era un católico progresista y muy sensible a la acción social. En 1932 ingresó en Unió Democrática de Catalunya, creada poco antes. Pronto fue su cara visible. Iniciada la guerra, su mediación salvó la vida de numerosos perseguidos, lo que le supuso recibir denuncias periodísticas, anarquistas y comunistas, por lo que vino a Euzkadi y trabajó con su amigo Aguirre. Tras la ocupación de Gipuzkoa, decidió volver a Catalunya donde fue nuevamente acosado, por lo que decidió volver otra vez a Bizkaia con toda su familia en calidad de representante de la Generalitá ante el Gobierno de Euzkadi. La última parte de su trayecto debía transcurrir por mar, entre Baiona y Bilbao. Sin embargo, el vapor correo Galdames en el que iba fue interceptado por el destructor Canarias (batalla del cabo de Matxitxako), y Carrasco Formiguera fue encarcelado y trasladado al penal de Burgos, donde tras una mascarada fue condenado a muerte en un juicio sumarísimo por el delito de “adhesión a la rebelión”. El 9 de abril de 1938 fue fusilado por orden directa del general Franco.

He querido dar estas pinceladas sobre Carrasco para que se comprenda la importancia histórica de Unió Democrática de Catalunya y la calidad de sus líderes pioneros. Bajo la dictadura, siguió actuando y de la mano del PNV entró en la Unión Europea Demócrata Cristiana en los años 50 y en Taormina en el Equipo Demócrata Cristiano del Estado español con el que nos presentamos a las elecciones en 1977. En 1975, la democracia cristiana europea nos organizó cursos de propaganda electoral en Berlín y Colonia (allí conocí a Josep A. Durán) y tras la creación de la coalición entre la Convergencia de Pujol, Trias Fargas y Roca y la Unió de Coll i Alentorn y Durán, se creó CIU, que ha durado hasta que la fiebre de un sábado noche de algunos dirigentes de Convergencia decidieron optar por volar la sigla y seguir la vía actual. Unió, partido nacionalista más gradualista, más político, con su líder Durán en el Congreso de Madrid, veía las dificultades de un enfrentamiento a la brava con España. Pero no le hicieron caso. Hoy no existe ni CIU, ni Unió, Convergencia se llama PdeCat, está en el Grupo Mixto, su portavoz inhabilitado, Artur Mas tuvo que dimitir, y ERC le ha comido todo el terreno electoral a Convergencia. A todo esto, la Cup le pide a Mas que se aparte del proceso porque es pasado y lo mancha. Increíble.

En estos años, la relación de dirigentes de Unio y PNV ha sido continua, llámese Declaración de Barcelona, discusiones presupuestarias, funerales, Alderdi Egunas... estrecha relación humana y política, defensa de enmiendas, Diadas, entrega de documentación, actos históricos, presentaciones de libros, homenajes... Unió, al que a veces se le sumaba Convergencia, ha sido nuestro partido partenaire en Catalunya. La famosa noche electoral de junio de 1987, la conocida Noche Triste del PNV en el hotel Villa de Bilbao, cuando las filas se clareaban ante aquella derrota tras la división del PNV, solo un dirigente estaba al lado del presidente del PNV, Xabier Arzalluz, y ese era Josep Durán, junto con su esposa. Han sido, pues, en estos años muchos los motivos de amistad y estrecha relación, por lo que la aparición del libro de Durán Un pan como unas tortas no nos ha extrañado nada.

“Nunca he visto romper tantas cosas en tan poco tiempo”, dijo en la presentación de su obra y abogó por el diálogo y la necesidad de que la administración española se tome de una vez en serio la especificidad catalana. Seguramente pensaría que, en otras condiciones y con 18 diputados como han tenido en el pasado, CIU sería hoy en Madrid el rey del mambo y el pacto fiscal estaría hecho. Hoy no duda de la convocatoria del referéndum, aunque los resultados de este, con una o con tres preguntas, no serán aceptados y si no son aceptados ni reconocidos por nadie ,¿para qué ese enfrentamiento tan traumático?

Lógicamente, hay muchos que discrepan de su política pero el tiempo le va a ir dando la razón. El coordinador de organización del Pdcat, David Bonvehí, comentaba que el partido se planteaba presentar un candidato “autonomista” en caso de que el proceso soberanista acabase mal para volver al viejo espacio de CIU y, ante la victoria de ERC, prepararse a transitar por un desierto sin cantimplora.

Bien es verdad que la caída del gran pope del nacionalismo catalán, como ha sido Jordi Pujol, al saberse de los negocios corruptos de su familia ha sido uno de los mayores impactos emocionales de los catalanes en los últimos tiempos. Tras 23 años de gestión y de ir conformando la Catalunya actual con el eslogan Fer país, el vacío emocional es extraordinario y la confusión muy notable. De ahí han venido la Cup, la señora Colau, la pérdida de aquella Catalunya hecha muchas veces de manera inadecuada y corrupta con su 4%, pero que sintonizaba con la fibra más profunda de la Catalunya de siempre en su balance positivo y que ahora se muestra perpleja porque la Fundación Carter rechaza implicarse en el procés soberanista de Catalunya o porque le han visto al entonces ministro Margallo moverse por los estados bálticos y El Vaticano, con notable éxito, para que se evite el reconocimiento catalán admitiendo, sin el menor rubor, que pagó favores a otros países para hablar en contra del procés. Han pasado de la Catalunya y de la CIU respetada al ninguneo total.

Antiguos dirigentes de Convergencia y de Unió saben que su antiguo espacio va a ser ocupado por Ciudadanos, Ada Colau, ERC y el PSC y que ellos van a quedarse en los huesos. ¿Valía la pena cargarse una sigla de éxito que interpretaba un sentir mayoritario ciudadano y romper la cohesión por seguir una hoja de ruta tan confusa y tan mal planificada? Parece que sí. Les deseo el mayor de los éxitos a quienes el fin de semana anterior firmaron un manifiesto en favor del referéndum. Estupendo. Pero lo veo complicado. Parecen más interesantes las elecciones en Gran Bretaña y los resultados en Escocia y su proceso posterior.

En una reunión que tuvimos en la sede del PNV, en el entonces Edificio Granada, Xabier Arzalluz nos hablaba de la política en Madrid. ”Sin abdicar de los principios, se ha de tener claro que el pequeño tiene que ser inteligente porque dándose cabezazos contra la pared, yendo a todas horas con una pancarta, no obtiene sacar adelante absolutamente nada del programa con el que se ha presentado a las elecciones. Miguel Herrero de Miñón nos comenta que nos llaman a veces ambiguos y que cuanto más ambiguos seamos, más fortaleceremos nuestras posiciones”. Y nos contaba la historia del soldado Svejk, un clásico de la literatura europea que cuenta las aventuras del buen soldado Svejk, un militar sin graduación, envuelto en una guerra sin sentido y rodeado de jefes incapaces de razonar las órdenes y que al final siempre lograba su cometido haciéndose el tonto.

Hace una semana, en Gara, Arturo Puente escribía: ”El PNV ha decidido gobernar con el PSE dentro y el PP fuera. Es a buen seguro el programa político de Urkullu, pero es más dudoso que sea la demanda política del país. El PNV haría bien de acordarse menos del Artur Mas de 2015 y más del de 2010”. Ya. Eso es lo que quiere Bildu para ocupar nuestro espacio. Y ahora nos ataca ante una negociación con el PP, un partido supercorrupto que ellos jamás, dicen, podrían realizar. Lo de ellos es el blanco o el negro, la pancarta y la camiseta, el apocalipsis, o el no ir al Parlamento, para evitar que negociemos nada y mantengamos no sé qué pureza porque, curiosamente, que yo sepa, ellos durante cuarenta años han apoyado los atentados de ETA, las extorsiones, la kale borroka, el socializar el sufrimiento y el cuanto peor, mejor. Y, sin embargo, dicen que el pacto ha de ser con ellos. ¿En qué quedamos? Desde luego, con esta gente no tendríamos del Guggenheim ni a Puppy, ni el Puerto ni nada.

Lo nuestro ha sido siempre barrer para la casa de todos, fortalecer el país y pactar con el que manda, no con el que más grita, y si en Madrid el poder está debilitado, miel sobre hojuelas. La gente, además, lo entiende porque está avalado por un partido de 122 años que algo sabe de negociar hasta con el diablo.