Tengo miedo y una obsesión
El miedo es la actuación de Rajoy y el PP, y la obsesión, el porvenir de mi pensión. Mariano Rajoy repitió hasta el cansancio que las pensiones eran una “línea roja” que su gobierno no tocaría. De tanto retocar lo ha emborronado. En 2012, la OCDE difundió el déficit español de pensiones era ya del 1,5% del PIB, lo que significa que debería ser el Presupuesto el que se hiciera cargo de los 15.000 millones que faltan. El gobierno del PP no ha reconocido el tamaño del desfase y ha elegido gastar hasta el último euro de la llamada hucha de las pensiones (el mejor engaño propagandístico del PP y los medios que le jalean) que va a durar hasta mediados de 2017. Cabe advertir una segunda trampa del PP: dice reducir continuamente las cotizaciones a la Seguridad Social con la excusa de crear empleo. Tampoco es cierto: han dividido por dos los empleos ya existentes mediante la nueva modalidad de contratos. Donde había un ocupado a jornada completa, ahora hay dos y con jornada prolongada y no cobrada. El Gobierno de Rajoy-Báñez ha asestado otra puñalada mortífera a la SS, la reducción de cotizaciones al mínimo para los contratos efímeros. Hay doctrina bien razonada que desarma estas tesis; el envejecimiento de la población y la caída excesiva del empleo y sus cotizantes (agravado por las exenciones del PP, que propician el contrato-basura a favor del empresario). Advierte que el problema no está en los gastos sino en los ingresos. Hay que buscar nuevas e imaginativas contribuciones para un modelo público de pensiones del que solo dudan de su futuro a largo plazo quienes pretenden su sustitución, al menos parcial, por el aseguramiento privado. En Francia, desde los años 90, complementan la Seguridad Social con un impuesto que grava todos los ingresos.