No más sultanes
Si Mustafa Kemal Attaturk ,fundador de la República de Turquía a comienzos del siglo XX, se levantase de su tumba se llevaría las manos a la cabeza. El sultanato fue suprimido y el Imperio Otomano, más conocido como el enfermo de Europa, llego a su ocaso. Una Turquía laica, occidental y moderna se abrió paso, llegando con el paso de los años a ser una democracia próspera, pese a los ingentes casos de corrupción. El nuevo sultán Erdogan utiliza el supuesto golpe de Estado para purgar el país de elementos opositores. Funcionarios, profesores de universidad, magistrados, policías y militares. Nadie escapa a esta persecución. Si tanta gente estuviese detrás del golpe es imposible que el MIT, servicio secreto turco, no se hubiese enterado de la intentona golpista. El clérigo Gülen, creador de un movimiento religioso que combina los aspectos positivos de la fe y de la modernidad, supone el mayor peligro para este nuevo califa autoritario. No olvidemos que el hijo de Erdogan compraba petróleo al Estado Islámico y su padre ha hecho todo lo posible para debilitar a los principales opositores del ISIS, los kurdos, auténtico ejemplo de tesón y valentía de un pueblo oprimido. Mucho me temo pero Erdogan, tarde o temprano, sufrirá un verdadero golpe de Estado y será asesinado, y es que, la Turquía laica y kemalista no quiere más sultanes.