Me hubiera gustado enviarle un mensaje aséptico y libre de emociones. No obstante, a fuerza de ser sincero, no puedo despojarme de ellas, pues Osakidetza no responde a las expectativas ni a la propaganda que se hace desde su gabinete. Un servicio de salud que pudo ser bueno pero pasó a ser menos malo por comparación. El caso real es que un joven de 19 años con indicación expresa realizada por su cirujano debería recibir rehabilitación urgente. Esto fue el 6 de abril. Ese mismo día, adjuntando el escrito del cirujano, solicitamos esa rehabilitación urgente, en el ambulatorio de Laudio, en nuestro caso por cercanía al domicilio. La fecha que nos dieron fue el 31 de mayo, es decir, 55 días de espera, y no para empezar la rehabilitación, sino para una cita con el traumatólogo. Tras una reclamación, dicho traumatólogo nos citó el 19 de abril, día que salimos de su consulta con la frase: “Te llamarán”. Ni siquiera utilizó el tópico “vuelva usted mañana”. Escribimos al Departamento de Atención al Paciente y la respuesta (telefónica) del ambulatorio de Laudio es que ahora mismo no solucionan nuestra reclamación, “no hay sitio”, “se acerca el verano” y que no piensan abrir otra consulta. Envían la reclamación al hospital de Górliz y “que se encarguen ellos”. Su desatención es manifiesta. Hoy, 11 de mayo, mi hijo sigue sin recibir ese tratamiento urgente. Señor Darpón, al final añado tres emociones más: frustración ante este sistema, pues lo queramos o no estamos en sus manos; tristeza, la que me provoca usted, pues lo queramos o no, también estamos en sus manos, y por último, esperanza, a lo mejor en otoño no repite cargo.