LA economía vasca está dando síntomas evidentes de recuperación muy lenta, quizá, pero sostenida, según ponen de manifiesto todos los indicadores. Los sectores clave, entre ellos la industria, están experimentando un esperanzador arranque de año, con una importante aceleración en el ritmo de crecimiento en estos primeros meses del 2016, con aumentos significativos en las ventas, facturación y capacidad productiva, lo que está repercutiendo también en el empleo. Los últimos datos conocidos, provenientes de la encuesta de Población en Relación a la Actividad (PRA) del Eustat, indican una estimable bajada del paro en Euskadi en los últimos doce meses, fundamentalmente gracias al dinamismo de la industria, convertido en un motor esencial para el país y su economía. Se trata de datos objetivos, indicadores de una tendencia positiva, lo que no significa, en absoluto, que haya que lanzar las campanas al vuelo. Muchas empresas, también del sector industrial, se encuentran en una situación muy complicada, con factores diversos que afectan negativamente a su presente y sobre todo a su futuro, lo que repercute de manera directa en la situación de los trabajadores, abocados en muchas ocasiones a perder su empleo, lo que se traduce en un drama personal, familiar y social de gran envergadura. Es también evidente que el empleo que se crea es, en la mayor parte de las ocasiones, muy precario. En este contexto, la manifestación celebrada ayer en Bilbao en defensa de la industria, en la que participaron miles de personas, supone un toque de atención dirigido hacia los distintos niveles de las administraciones -vasca, española y europea- para que lideren políticas para el fortalecimiento de la industria y se impliquen en favor de los sectores y empresas en crisis, como por ejemplo el acero. La insólita unanimidad sindical y la participación de todos los partidos políticos en la marcha abundan en la necesidad de la búsqueda de soluciones, teniendo siempre en cuenta que los gobiernos no generan empleos industriales, aunque sí pueden llevar a cabo políticas y actuaciones que lo favorezcan. En este sentido, cabría afinar las críticas a las diferentes administraciones, ponderar los diversos esfuerzos y buscar estrategias comunes fruto del diálogo leal con el objetivo de acumular fuerzas y hallar soluciones viables para la industria y, por ende, para los trabajadores y el país en su conjunto.